
Los once relatos de La isla de los conejos se fijan en una realidad muy extraña. Desde el punto de vista del “acontecer,” estos relatos dialogan con la propia extrañeza del acto de escritura. Un relato podría compararse con un viaje, una inspección de la realidad como un rito por el que el autor y los lectores se descubren a sí mismos. Por su valor metafórico, estos once cuentos se acercan a la poesía. Los acontecimientos que culminan las peripecias de los personajes, al tiempo que deambulan por escenarios periféricos y extremos que reflejan su propia alienación, abren una brecha en las interpretaciones oficialistas de lo real.
El movimiento de los personajes en el espacio es un elemento importante de estos relatos, pues la exploración de los lugares es una metáfora de la exploración de la conciencia; las periferias malogradas, los rincones anómalos del mapa, se identifican con procesos mentales extremos, esa frontera entre la lucidez normalmente aceptada y la penetración de la irrealidad que algunos llaman locura.
Es así que los cuentos se detienen en la ilustración de temas como la alienación laboral, la precariedad, el aislamiento, la identidad y los sueños, el delirio paranoico, las conspiraciones, la familia, la memoria y su intrigante reformulación en la era tecnológica; la deformidad, la herencia, el rito, las imposiciones del amor romántico, el amor como vestigio de la carne, y la soledad del espíritu; el feminismo; también la ciudad, la periferia como síntoma de los estados extremos de la conciencia; el cuestionamiento, en última instancia, de un Dios que parece haber abandonado la Creación a una suerte de libertad inmoral y salvaje.
La distopía tecnológica se ve reflejada en no pocos relatos. En “Memorial” una conocida red social es el instrumento de comunicación de una madre muerta con su hija. En “La adivina” la protagonista intuye la existencia de una realidad inteligente más allá de los mensajes comerciales de una divina que aparentemente por azar le llegan a su teléfono móvil. Otros relatos se centran en el tema del amor y las relaciones: “Las cartas de Gerardo” plantea hasta qué punto el mito sexista del amor romántico está imbuido de lo que hoy en día podría señalarse como violencia de género. Muchos otros reflejan relaciones íntimamente anómalas. Si “Notas para una arquitectura del infierno” estudia el vínculo anómalamente cercano entre dos hermanos, “Regresión” se centra en el vínculo no menos platónico entre dos mejores amigas de la infancia.
Los personajes se dividen entre el excesivo empeño en controlar situaciones incontrolables y la necesidad extrema de la huida. En varias ocasiones los animales y la tecnología funcionan como representaciones de aquella otredad sobre la cual proyectamos nuestros miedos y nuestros deseos. Lleno de deseo y de miedo está el protagonista del relato que da el título a la obra, ‘La isla de los conejos,’ un relato que podría interpretarse como el cuestionamiento de un Dios cuya parálisis le impide intervenir en la Creación a pesar de la terrible manera en que ésta ha sido desvirtuada en el transcurso de aquella pesadilla que llamamos historia.
En todos estos relatos la presencia de una realidad anómala, aunque en muchos casos interpretable como no tan alejada de una explicación racional, no es gratuita, sino un medio por el que representar las maneras en las que ayudados por nuestras conciencias podemos ahondar en nuestra identidad como sujetos de la modernidad.
En todos estos relatos la presencia de una realidad anómala, aunque en muchos casos interpretable como no tan alejada de una explicación racional, no es gratuita, sino un medio por el que representar las maneras en la que ayudados por nuestras conciencias podemos ahondar en nuestra realidad como sujetos de la modernidad.